Eralina & Nésferes

Ya habían pasado un par de años desde la gran guerra y el reino de los elfos poco a poco se reconstruía. Muchos seguían llorando sus pérdidas y posiblemente las siguiesen llorando durante toda su vida pero no eran tiempos para quedarse atascados. Eso Eralina lo sabía muy bien.

Había ingresado en la Torre de Magia y Hechicería de Iria Tenebrion. Eso a su padre Fereth, un muy bien posicionado guerrero, le llenaba de orgullo. Su madre Ásmoda, por el contrario, no se mostraba de acuerdo en aquella decisión. La misma incluso había implorado a su hija el que reconsiderase quedarse en casa.

Desafortunadamente para Ásmoda, su hija había ingresado en la Torre y no estaba dispuesta a dar un paso atrás.

El ingreso fue duro, la prueba que le presentó en sueños Iria fue bastante cruel. La había superado con creces pero no dejaba de sentirse culpable por los resultados. A penas podía ver a su pequeña hermana a los ojos, se sentía incómoda en su presencia y lo peor es que Brina nunca sabría el por qué.

Eralina trataba a su hermana con cariño pero cada vez era menos el tiempo que pasaba junto a ella. Pronto, por fin Era estuvo lista para salir de la Torre en busca de aventuras. Las verdaderas misiones aunque para novatos, comenzaban. Le habían asignado su priemera misión y para ello debía de viajar un poco más al sur.

Aquella sería una de sus últimas noches en casa antes de partir y como de costumbre, evitaba estar cerca de su madre o de su pequeña hermana. No tenía ganas de que le siguiesen insistiendo para que cambiase de parecer.

Había visto a su padre temprano por la mañana y este le había dado un anillo para que tuviese con qué enviarle misivas si alguna vez así lo requería. Él si que estaba orgulloso de su decisión y eso la hacía sentir un poco más alegre.

En aquel momento se encontraba un poco apartada del pueblo, en un lugar en el que solía jugar cuando niña. Un escondrijo salvaje que se formaba entre la flora del lugar. Un pequeño pasadizo de agua cristalina protegido por un muro de piedra y follaje.
Muy pocos conocían su escondrijo y allí solía ir cuando quería estar tranquila.

Se había sentado en una inmensa rama caída, descalza y con los pies colgando hacia abajo, rozando con sus dedos la fresca agua del río.

Observaba el agua con detenimiento, pensativa y canturreaba para si misma en voz baja mientras fantaseaba con las aventuras que le esperaban al salir al mundo.

Por fin tendría la oportunidad de conocerse a si misma, de redescubrirse y sobre todo, de alejarse un poco de su familia. Esperaba que así, la culpa que sentía por aquella prueba ficticia dejase de carcomerla tanto.

Era un dia medio nublado, no amenazaba con lluvia pero tampoco era como que el sol brillase resplandeciente, podria decirse que era un dia normal de primavera, las semillas aun estaban verdes y no habia forma de cosechar, los pastores movian sus rebaños y los labradores controlaban que sus proximas cosechas y las de sus señores estuviesen libres de alimañas que se comiesen su duro trabajo.

- Ya veras, seguro te encanta el lugar que encontre. Oh es tan bonito que podria estar alli dias y dias.

Escucho la voz de un niño acercandose bastante agitado y alegre, era como si realmente fuese un explorador que habia encontrado un tesoro enterrado que pudiese salvar el pueblo.

- Oh Zraseit, no sera para tanto estoy segura de que estas exagerando.

La voz de una chica resono mientras los pasos se acercaban.

- Yo nunca exagero Szirate, lo sabes.

- Ah no, como aquella e vez en la que dijiste haber visto un dragon y no era mas que una salamandra de fuego que menudo susto se llevaron los del pueblo para espantarla porque quisiste traerla para que hablase.

- Eso fue solo una vez... y podia serlo y estar sin memoria o perdido...

- Por supuesto Zraseit

En el momento las matas de enredaderas que caian tapando la entrada a su lugar especial se movieron, pudo ver a un chico de ojos oscuros, casi negro, con el pelo igual de oscuro de piel mulata y una chica de tez palida, ojos blancos y rubia platinada, eran casi como dos reflejos contrapuestos, lo que los diferenciaba es que la chica caminaba agarrada de la mano del chico con un baston de madera en la mano derecha.

Aún sentada, el ruido de las enredaderas la hizo girar la cabeza y parte de su torso para ver de que se trataba aquello. Las voces de dos niños se antepusieron a la imagen que no tardó en llegar.

El chico tenía aspecto de drow y la chica... parecía ciega por el color de sus ojos. Se quedó en silencio observandoles. Claramente aquel lugar ya no era tan secreto como creía pero estaba bien, ya en unos días se marcharía de allí y tendría bastante tiempo para estar sola.

Se llevó las manos al cabello suelto. Por aquel entonces lo traía bastante largo. Empezó a trenzarlo con delicadeza mientras los dedos de sus pies aún rozaban el agua.

Aún era bastante de día y no la apetecía regresar a casa. Su plan era regresar casi para la cena cosa de cenar e ir directo a la cama posteriormente salteandose casi todas las sociales. Su madre le había pedido que aquella noche no regresase a la Torre, que se quedase a dormir en casa. Como la misma se encontraba alclada y aún era uno de los últimos días antes de partir se había dejado convencer muy a su pesar.

El día era tan gris que parecía ser bastante tarde pero no se dejaría engañar. No quería regresar a casa antes de lo necesario.

Aquellos niños parecían tener la misma edad de su hermana. Eran bastante pequeños dentros de todo.

Los dos pequeños llegaron a aquel lugar, el agua era clara y cuando el chico vio a la mujer que estaba remojandose los pies de aquella manera y se quedo paralizado. Al principio agarrando la mano de la chica con fuerza y esta al cabo de unos segundos tiro de la camisa que traia el chico puesto hablandole con voz suave.

- Zraseit ¿que ocurre?

Dijo esperando una respuesta del chico y al tardar un poco mas volvio a tironear, claramente nerviosa ya que no podia ver nada aunque si escuchar el sonido del agua correr.

- Parece que no estamos solos, ya hay una habitante de este lugar...

- Oh ¿Y como es?

Añadio la muchacha mientras esperaba, aunque claramente no era nada peligroso sino el chico la habria sacado de alli rapidamente.

- Eres tu cuando crezcas pero con el pelo oscuro y la piel algo mas oscura... Por suerte no me complementa tan bien tienes suerte, sigues siendo la mejor para ser mi esposa.

- Y tu sigues siendo el mejor para ser mi perro lazarillo.

Añadio la muchacha sonriente como quien realmente trata asi a un animal o una mascota.

- Pero madre te dijo claramente que tienes que tener modales.

La chica dio dos pasos adelante, traia los pies descalzos y una falda modesta con varios cosidos y remiendos, su blusa dejaba ver unos incipientes pechos que denotaban la adolescencia y su crecimiento, tendrian alrededor de 14 años humanos.

- Perdone nuestra intromision a sus dominios señorita, espero que mi hermano no la importunase ni ahora ni antes.

Añadio agarrando su falda y levantandola levemente como quien saluda en la corte, aun con el baston que la guiaba en su constante ceguera en la mano.

- Hola.

Le dijo el chico colocandose detras de su amiga con los brazos cruzados como quien es un guardian que reta a quien tiene delante a decir o hacer algo malo. Aunque no fuesen rivales para la chica que tenian delante sin lugar a dudas eso al muchacho no le importaba.

Eralina arqueó una de sus cejas escuchando lo que la decían. Por como actuaban no parecían hermanos en absoluto. Tampoco sonaban demasiado a niños.
No sabía si tomarse las palabras del chico como un cumplido o qué al verla similar a su... ¿Novia? ¿Amiga? ¿Hermana? Daba igual. Negó con la cabeza ligeramente espantando todo tipo de pensamientos de su cabeza.

-Tranquila querida, estos no son dominios de nadie. Fue mi refugio por mucho tiempo pero está muy lejos de tener dueño. Además, en tan solo un par de días me iré por un buen tiempo de estas tierras.- Lo tiró como un dato de relevancia para ellos. Seguramente se morirían de ganas por quedarse con aquel sitio.

Dijo todo aquello con suavidad y ánimo hacia la chica aunque se había quedado mirando al "lazarillo". Curioso muchacho aunque bastante impetuoso. De seguro tendría problemas en un futuro si no controlaba ese carácter pero qué se podía esperar de un adolescente. Era como pedirle peras al olmo.

-Asique...Zraseit y Szirate..- Si lo pensaba eran nombres muy parecidos aunque los chicos se viesen bastante diferentes entre si.- Bueno, lo justo es justo. Se sus nombres asique está bien que conozcan el mio.- Pero no les diría su nombre real. La Torre no la había entrenado para ser tan estúpida. No conocía a esos chicos, no los había visto jamás en el pueblo por lo que no creía que fuesen de por allí. Solía conocer a bastante gente.- Pueden llamarme Erina.- Era similar a su nombre pero no el real. Decir el nombre real era otorgar demasiado poder. Lo había padecido. Una vez en clase le habían enseñado lo que un mago puede hacer conociendo el nombre de su enemigo.

No tenía razones suficientes para sospechar nada pero estando en pleno entrenamiento y con la mente fresca de conocimientos, tenía muy presentes los consejos.

-¿Hermanos o amigos pues? Supongo que no son locales ¿Están de paso por las tierras?-

La muchacha la observo y arrugo la nariz mientras que el otro chico la veia, él por el contrario fruncio el gesto y la hablo imperativo.

- Mi madre dice que las mentiras no estan bien.

Dijo el muchacho mientras la señalaba con el dedo, claramente le daba igual que fuese una adulta y que el apenas estuviese saliendo de la adolescencia, aunque rapidamente se apresuro a volver a cruzarse de brazos al notar sobre su brazo la mano de su acompañante la cual se tapaba la nariz y la boca con la mano en ese momento.

- ¿Amigos? ¿hermanos? Somos prometidos se nota que no sabes del amor.

La pequeña le dio un codazo al niño que le ahogo en ese instante porque parecia que le habia pillado a punto de volver a tomar aire mientras que sin destaparse la boca hablo.

- Somos foraneos, madre y padre estan pensando en establecerse no muy lejos de aqui, hay una pequeña granja que fue abandonada y querian hablar con el alcalde para saber si podian ocuparla y trabajar los alrededores señorita. Espero no la moleste que mi hermanastro y yo pasasemos por su sitio.

-Llamar mentirosa a alguien local es algo bastante osado y peligroso jovencito. No ayuda a la reputación de los recién llegados- Espetó sin importarle un comino que la llamasen mentirosa. No tenía por qué preocuparse de ello así como tampoco que demostrar nada.

Eralina se puso en pie, era bastante más alta que ellos, y caminó por sobre el tronco caído con seguridad y mucho equilibrio, descalza. Sus pies volvieron a tocar la tierra.

-Da igual que sean.- Tampoco la importaba la verdad. No iba a rebajarse a la altura de un mocoso estúpido y mal llevado. Recogió sus zapatos los cuales había dejado antes abandonados a un costado del tronco- Pero una cosa es segura, sigue juzgando a las pesonas que desconoces con esa rudeza, creyendote superior y un día terminarás por toparte con alguien que no dudará en arrancarte la cabeza del cuello. No todas las personas soportarán tal soberbia muchacho.-

Sonrió simpáticamente al jovencito, sin alterar sus faccciones, de forma gentil.

-El amor viene en muchas formas, no unicamente a modo de amantes.-

Pasó por su lado y siguió camino tras la enredadera. Quizás se calzase las botas y saliese a correr un poco por el bosque.

-Que disfruten del sitio. Ya nos cruzaremos en el pueblo-

No esperaba hacerlo, pero dejaba en claro que lo que dijese un moco no la importaba en absoluto. Y que ella diese un nombre falso a un extraño importaba tan poco como un recién llegado que se creía la gran cosa, fuese noble, rey o lo que fuese.